domingo, 16 de diciembre de 2012

Diario Hoy, Fútbol Ecuador

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15 Dec 12, 11:12:00
La tragedia en los Himalayas la motivó para llegar a la cima


Carla Pérez subió a más de 8 mil metros sin tanque de oxígeno
La montañista narra su ascenso al monte Manaslú, luego de la avalancha que cobró la vida de 13 personas
Eran las 06:00. Me levanté y pregunté qué pasa, todos gritaban: una avalancha, una avalancha . No sé cómo hubo sobrevivientes. En total estaban como 30 personas, casi la mitad fallecieron. El resto, no sé cómo están vivos.
Los que se salvaron eran los que subían más ligeros. Era como que flotaban sobre la avalancha. Los que subieron con mochilas pesadas, ellos se hundieron y quedaron bajo los bloques de hielo.
Para que se entienda más o menos la magnitud del desprendimiento, era como ver un momento las antenas del volcán Pichincha en Quito y, luego, ya no estaban. Los bloques de nieve que se desprendían llegaron hasta, como decir, la Occidental. El viento soplaba a 300 kilómetros y arrasaba con todo a su paso.
Llegamos para tratar de ayudar, pero ya la gente estaba organizada para preparar el rescate. Llegaron cinco helicópteros desde Katmandú para socorrer a los perjudicados. No era necesario que nosotros ayudemos, porque ya estaban organizados y hay veces que uno, en lugar de ser una ayuda, en esos casos, se llega hasta a estorbar.
Esa gente que murió, no es que sea tu amiga, pero es gente con la que convives y de alguna manera entablas una relación. Saber que ya no están fue súpertriste.
Cuando pasan estas cosas no es que uno se reune y concluye algo. Uno coge su esquina y se pone a reflexionar sobre la muerte. La verdad lloraba y pensaba que es una señal de que la vida es corta y hay que aprovecharla.
Después de la tragedia, nos reunimos recién a los dos días con Oswaldo Freire, jefe de expedición y con Esteban Mena. Ahí decidimos que debíamos subir. Lo asumimos como un homenaje a la gente que había fallecido, porque ese era su sueño.
La avalancha limpió la montaña y estaba en excelentes condiciones para el ascenso. El problema era que habíamos instalado el campo tres, que está a 7 000 metros, y no sabíamos si se había salvado.
Al siguiente día subimos al campo uno y enseguida al campo tres. En el camino, pasando por el campo dos, todavía habían cosas destruídas, había hasta sangre. Cuando llegamos no había nada.
Habíamos instalado un punto GPS, que nos señalaba en dónde habíamos dejado las cosas, solo que cinco metros más abajo.
Fue durísimo perder a la gente y con esto pensé que era una señal de que debíamos irnos.
No teníamos el equipo para intentar la cima, mucha gente falleció en el intento, las grietas en el camino cada vez eran más grandes. Volvimos a bajar.
En el campo base nadie dijo nada y nos acostamos a dormir.
A la mañana siguiente, ni nos levantábamos y la gente ya estaba con las cosas para prestarnos.
Nos decidimos, sabíamos que teníamos tres días para subir, porque el clima se dañaba al cuarto. Cargamos las mochilas con todo lo necesario. Fuimos directo al campo dos y subimos al cuatro, luego hacia la cima.
En ese momento me sentía súper bien. Había entrenado específicamente para ascender el Manaslú, pero era inevitable pensar en que si algo fallaba o no avanzaba.
Salimos a las 02:30 y tratamos de ir juntos, pero el cuerpo reacciona diferente a esa altura. Cada uno caminaba a su ritmo.
Cuando estabamos cerca de llegar tuvimos que cruzar una arista que es muy peligrosa y debíamos apurarnos porque atrás subían las expediciones comerciales y eso hacía más peligros el cruce de esa parte.
Apenas cruzamos, aún ni llegaba y ya me puse a llorar de la emoción y a esa altura sin oxígeno me faltaba mucho el aire, pero llegamos. No nos quedamos mucho tiempo porque era peligros pero coronamos la cumbre . (RE)

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